viernes, agosto 19, 2011

Denunciaron a tres policías por torturas en una seccional

El caso, que se habría producido el 22 de julio en la comisaría Cuarta, fue presentado ayer en Diputados por un chofer de la Municipalidad de la Capital.

Denunciaron a tres policías por torturas en una seccional

Raúl Utrera lloró durante buena parte de su relato. El hombre no volvió a trabajar después del caso. (José Gutiérrez / Los Andes)

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Rolando López - rlopez@losandes.com.ar

Un chofer de la Municipalidad de Mendoza denunció ayer ante la Comisión de Derechos y Garantías de Diputados una serie de torturas y vejaciones de parte de personal de la Policía de Mendoza que, a priori, suenan como aberrantes.

El hombre de 51 años se llama Raúl Enrique Utrera, no tenía antecedentes policiales y ahora se encuentra bajo tratamiento "por la terrible experiencia que le tocó vivir aquel día", recuerda su pareja, Mirta Ayala, quien también trabaja en la misma repartición municipal que su marido: Servicios Públicos de la Municipalidad de Capital, de calle Videla Correa y Perú de Ciudad.

De acuerdo con el escrito presentado ayer en la Comisión de Derechos y Garantías, la pesadilla para el "chofer de parque cerrado" (tal es el cargo del denunciante), comenzó el viernes 22 de julio entre las 22 y las 22.15.

El relato
"Ese día, yo estaba en mi lugar de trabajo y le comentaba a mi compañero de apellido Volpe que a uno de mis hijos lo habían asaltado: le dije que la policía se había demorado en llegar y me referí a los efectivos con el nombre de 'milicos'", recordaba el denunciante.
"En ese momento apareció un efectivo policial que hace servicios extras en esa repartición de la Municipalidad, de apellido Lucero y, ofuscado, me preguntó de qué estaba hablando. Yo le contesté que no se metiera que estaba hablando con mi compañero", se lee en el escrito de Utrera.
"Lo que le molestó fue la palabra 'milico' ya que ahí me dijo que estaba detenido a lo que le respondí que estaba en mi trabajo y que no podía hacer eso; todo eso caminando mientras yo me iba al baño. Entonces el policía me franqueó (sic) la puerta y me dio una trompada fuertísima entre la nariz y la frente; tan fuerte que me desmayé", relata el chofer.

Lo que sigue en el escrito es que Utrera volvió en sí "esposado y ensangrentado, mientras me llevaban hasta un móvil policial que estaba afuera del predio; recuerdo que mi compañero Volpe les decía que llamaran a una ambulancia y que ellos le contestaron que no eran médicos".

A la seccional

La pesadilla, según relata Utrera, recién comenzaba. "Me llevaron hasta la seccional 4 de la Cuarta Sección. Allí fui ingresado a un calabozo donde me sacaron la ropa y con una manguera con agua helada me mojaron durante varios minutos; también me golpeaban. Y me repetían que me había metido con una familia (el denunciante cree que hablaban de la "familia policial") y que ellos se protegen entre ellos. Era una noche helada y nadie escuchaba mis gritos porque no había más presos en los calabozos y porque las Oficinas de la Fiscalía 13 quedan lejos".

"Luego vino lo peor: desnudo me hicieron poner manos por debajo de las rodillas y me pusieron las esposas de nuevo. No sabía qué iban a hacer hasta que me alzaron y me colgaron en una especie de roldana para después empezarme a pegar como se hace con una bolsa de box. Como yo tiritaba -estaba desnudo- creían que me reía y me golpeaban más violentamente", explicaba ayer el chofer.

Al médico

En la madrugada del sábado, Utrera dice que fue llevado hasta el Cuerpo Médico Forense del Parque San Martín: "allí me hicieron la prueba de la pipa para el dosaje alcohólico, me subieron de nuevo a la camioneta policial, siempre esposado, y me llevaron hasta un lugar en Godoy Cruz donde alguien que creo que era médico, me miró sin hacerme bajar y dijo que estaba bien y que me llevaran de nuevo".

A todo esto, según asegura la mujer de Utrera, ella fue en dos oportunidades a la seccional para ver a su esposo pero no pudo hacerlo: "A la una de la mañana me dijeron que estaba borracho y que no estaba en condiciones de verme; y luego me pidieron que volviera a mi casa y que trajera ropa limpia porque él (su marido) se había hecho encima. Yo lo conozco y sabía que eso no era verdad", indicó a este diario Mirta Ayala.

El periplo de Utrera culminó el sábado a la noche (estuvo más de un día detenido) cuando quedó en libertad. Pero al firmar su retirada ya no era un hombre sin antecedentes: "Los policías me habían denunciado por desacato, resistencia a la autoridad y amenazas ya que el efectivo Lucero relató que en mi trabajo yo le había sacado el arma y que se la había puesto en la cabeza".

Enfermo

Desde aquel episodio, Utrera no volvió a trabajar. Está con parte de enfermo. Casi no habla y su esposa cree que no ha contado todo lo que los policías le hicieron esa noche en el calabozo. Para colmo, desde la ART no han tomado su caso ya que le indicaron que lo suyo "sólo fue una riña y que ellos no cubren ese tipo de problemas", redondeó la esposa del denunciante.

El caso está en conocimiento de las autoridades del Ministerio de Seguridad y de la Municipalidad de Mendoza y de la Oficina Fiscal 13.

La carta enviada a la Comisión de Derechos y Garantías tiene un final inquietante: "Yo soy Raúl Enrique Utrera, trabajo en la Municipalidad de la Capital de Mendoza desde 1980. Desempeño la labor de chofer de parque cerrado". Luego deja su dirección y su teléfono.

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